Educar a los niños a través del juego se ha de considerar
profundamente. El juego bien orientado es una fuente de grandes provechos. El
niño aprende porque el juego es el aprendizaje y los mejores maestros han de ser
los padres
Como adultos tendemos a pensar que el juego de los niños es
algo demasiado infantil como para convertirlo en parte importante de nuestra
vida, y no es así. Para los niños, jugar es la actividad que lo abarca todo en
su vida: trabajo, entretenimiento, adquisición de experiencias, forma de
explorar el mundo que le rodea, etc. El niño no separa el trabajo del juego y
viceversa. Jugando el niño se pone en contacto con las cosas y aprende,
inconscientemente, su utilidad y sus cualidades.
Los estudios de la historia de los juegos demuestran las
funciones de la actividad lúdica de la infancia: biológicas, culturales,
educativas, etcétera. Los juegos marcan las etapas de crecimiento del ser
humano: infancia, adolescencia y edad adulta. Los niños no necesitan que nadie
les explique la importancia y la necesidad de jugar, la llevan dentro de ellos.
El tiempo para jugar es tiempo para aprender. El niño
necesita horas para sus creaciones y para que su fantasía le empuje a mil
experimentos positivos. Jugando, el niño siente la imperiosa necesidad de tener
compañía, porque el juego lleva consigo el espíritu de la sociabilidad.
Para ser verdaderamente educativo, el juego debe ser variado
y ofrecer problemas a resolver progresivamente más difíciles y más interesantes.
En el juego, se debe de convertir a los niños en protagonistas de una acción
heroica creada a medida de su imaginación maravillosa. Su desbordante fantasía
hará que amplíe lo jugado a puntos por nosotros insospechados.
El niño explora el mundo que le rodea. Realmente ha de
explorarlo si quiere llegar a ser un adulto con conocimientos. Los padres han
de ayudarle en su insaciable curiosidad y contestar a sus constantes porqués.
Los niños, aunque tengan compañeros de juegos reales, pueden
albergar también uno o varios compañeros imaginarios. No será raro ver a los
niños hablar en tonos distintos de voz y tener una larga y curiosa conversación
consigo mismo, está jugando.
La óptica del niño sobre el juego es totalmente distinta a
la del adulto, ninguno de los motivos que mueven a éste a jugar interviene en
el juego del niño.
Para educar jugando, hemos de ser capaces de hacer propiedad
e idea de los pequeños cualquier iniciativa u orientación que les queramos dar,
como si la idea hubiera surgido de ellos. Sus «inventos» les encantan.
Para el niño no existe una frontera claramente definida
entre el sueño y la realidad, entre el juego y la vida real. El procura
seleccionar, comprender e interpretar aquello que más le interesa.
Con experiencias logradas con el juego, el niño puede
aprender con vivacidad y sencillez las complejidades de causa y efecto. Es muy
importante que vaya conociendo una buena gama de juegos y materiales para
enriquecer mejor sus experiencias. Los niños no tienen las facilidades de
aprender que tienen los mayores al tener a su alcance el teatro la radio, la
lectura, etc.
La imaginación que podemos desarrollar y educar en los niños
por medio del juego es la misma que el día de mañana utilizará para proyectar
edificios, diseñar piezas industriales o de decoración, etc. Necesita de esta
gimnasia.
El niño, al jugar, imita, lo cual es un producto secundario
de la curiosidad. El pequeño sólo seleccionará para su realización, al que
capte su interés, en lo cual, su imaginación juega un gran papel. Y si imita,
le hemos de poner cosas buenas delante, empezando por nuestro comportamiento.
Si los padres y educadores son capaces de observar a su hijo
teniendo en cuenta que el juego es su vida, empezarán a ver el juego de una
forma bien distinta a su creencia de que éste es pura diversión o una
enfermedad del propio hijo.
Jugar ha de ser divertido. Un juego educativo que hayamos
comprado, puede no ser divertido y, si no hay diversión, difícilmente habrá
aprendizaje. El niño sabe bien lo que le gusta y lo que no, y no le
convenceremos de lo contrario.
El juego le permite al pensamiento acciones espontáneas y
eficaces para enriquecer las estructuras que posee y hallar nuevos caminos,
nuevas respuestas, nuevas preguntas.
Un niño que necesita conocer el mundo desde sus
posibilidades, y un docente que necesita conocer al niño, tienen en el juego un
espacio que permite actos conjuntos, integradores. Este espacio favorece,
además, la vivencia y la reflexión.
El juego ocupa, dentro de los medios de expresión de los
niños, un lugar privilegiado. No se puede considerar sólo como un pasatiempo o
diversión. Es, más que nada, un aprendizaje para la vida adulta. El mundo de
los juegos tiene una gran amplitud, existiendo en cantidad inagotable.
Jugando, los niños aprenden las cualidades de las cosas que
maneja; ve cómo el papel se deshace en el agua, cómo el carbón ensucia, que las
piedras son más duras que el pan, que el fuego quema, etc.
LA MOTIVACIÓN DENTRO DEL JUEGO:
El juego es fundamentalmente una actividad libre. Las
personas cuando jugamos lo hacemos por placer; precisamente el poder responder
a la necesidad de pasarla bien, sin otra motivación, supone un acto de
libertad.
El juego se aleja de lo cotidiano, ocupa parámetros
especiales y temporales diferentes de los impuestos por la rutina diaria. El
juego se realiza según una norma o regla, siguiendo una determinada estructura
y, por consiguiente, crea orden. El juego se puede considerar como la actividad
fundamental de la infancia, actividad que se prolonga en la vida adulta.
Estamos seguros que éste se convertirá en el gran instrumento socializador.
Entender el juego como contenido es la consecuencia lógica
de considerar que éste es un elemento cultural de gran trascendencia. Es propio
de todas las culturas y de todos los tiempos.
La exigencia de los juegos de adoptar puntos de vista
externos a uno mismo constituye otra de sus características. Esta exigencia
viene determinada, sin duda, por los conflictos y las reglas impuestas desde
afuera. Tanto su resolución como la comprensión y su aceptación requieren de
una progresión considerable en la construcción del pensamiento infantil. En
todo esto no podemos dejar a un lado la motivación, consecuencia del propio
placer por el juego y, paralelamente a ésta, también está la necesidad de
descubrir, de experimentar, que aparece muy ligada al juego infantil.
Se debe tener en cuenta siempre que la motivación es la
explicación del porque de nuestras acciones.
El juego es considerado el principal medio de aprendizaje
para los niños; algunos lo consideran como el trabajo más serio durante la
infancia, es la manera más natural de experimentar y aprender; favorece el
desarrollo del niño en diferentes aspectos.
En su desarrollo socioemocional, ya que le permite expresar
sus emociones y aliviar tensiones pues le proporciona placer y alegría. Es un
medio que le permite socializar ya que entra en contacto con otros niños y con
los adultos, aprendiendo a respetar normas de convivencia y a conocer el mundo
que lo rodea. Cumple un rol muy importante en el desarrollo de su personalidad.
En su desarrollo psicomotriz, pues le brinda la oportunidad
de ser activo y explorar a través de su cuerpo y sus movimientos con toda
libertad.
En su desarrollo cognitivo, al jugar, el niño aprende y
estimula sus capacidades de pensamiento, entre ellos, la atención, memoria y el
raciocinio. El juego permite que el niño haga uso de su creatividad, desarrolle
su imaginación y posibilita el aprendizaje significativo puesto que la
actividad lúdica capta el interés y la atención del niño.
Ahora que sabemos lo valioso que es el juego para nuestros
niños, es importante darle toda la libertad al niño para que “aprenda jugando”,
no es prudente intervenir abruptamente o establecer un orden a sus juegos, es
el niño quien en todo momento guía el juego, es fundamental respetar los temas,
las reglas y los roles que asumen mientras juegan. Sólo dejándolo que
experimente y haga uso de su imaginación el niño podrá desarrollarse
plenamente.
TIPOS DE JUEGOS SEGÚN LA EDAD DEL NIÑO
Los niños juegan de diversas formas, dependiendo de su
personalidad y de sus capacidades, intereses o necesidades personales; pero
principalmente, el juego se presenta de acuerdo a la etapa o evolución del
niño. Así tenemos:
0 a 2 años: En esta etapa el juego del niño se centra en sí
mismo, en su cuerpo y en la exploración de los objetos que le rodean, este tipo
de juego “solitario” es lo que hace que los niños de esta edad se deleiten
agitando sonajas, tirando pelotas o armando rompecabezas solos.
2 a 3 años: Esta edad comprende el “juego paralelo”, a los
niños les gusta jugar en compañía de otros pero aún no interactúan
completamente con ellos.
3 a 4 años: En esta etapa el niño juega con otros compañeros
pero cada uno le da un uso diferente, no hay roles específicos para cada niño
(juego asociativo).
4 a 5 años: Aquí el niño ya interactúa completamente con los
demás, de manera más organizada, asumiendo roles para obtener un producto o
cumplir una meta. A esto se denomina “juego cooperativo”.
Conforme el niño evoluciona, el juego se hace más complejo,
con temas más imaginarios, con reglas y detalles más estructurados.
EL JUEGO Y SU VALOR DIDÁCTICO
Muchos han sido los autores que han realizado definiciones
sobre el juego, sobre sus características, sus distintos tipos. Hay acuerdo en
que es una actividad libre, voluntaria, que genera placer, que tiene un tiempo
y un lugar definido, con reglas y con un
fin en sí mismo. Hasta en el juego más competitivo se comparte un tiempo
determinado y un lugar concreto y simbólico. El juego es encuentro con otro y
con uno mismo.
El juego es utilizado como herramienta privilegiada para
facilitar y dinamizar procesos de enseñanza y de aprendizaje individuales y
grupales.
Desde la enseñanza se combinan los distintos aspectos: participación,
dinamismo, entrenamiento, interpretación de papeles, colectividad, modelación,
retroalimentación, carácter problemático, obtención de resultados completos,
iniciativa, carácter sistémico y competencia.
Desde el aprendizaje hay una relación entre lo serio y lo
divertido. No hay acontecimientos de más valor que descubrir que el juego puede
ser creativo y el aprendizaje divertido. Si las actividades del aula se
planifican conscientemente, el docente aprende y disfruta a la par que cumple
con su trabajo.
Al incluirse el juego en las actividades diarias de los
alumnos se les va enseñando que aprender es fácil y que se pueden generar
cualidades como la creatividad, el deseo y el interés por participar, el
respeto por los demás, atender y cumplir reglas, ser valorado por el grupo,
actuar con más seguridad e internalizar los conocimientos de manera
significativa.
¿Por qué utilizarlo en el aula?
Porque:
- Genera
placer. Con y desde el juego se intenta rescatar el sentimiento de
placer que tan saludable es para todas las personas. Los alumnos se vinculan y
se manejan en una situación fuera de la realidad, que hace vivir los tiempos y
los lugares de todos los días de una manera distinta. A su vez la diversión y
la risa son aspectos fundamentales que generan una situación placentera
- Propicia la
integración. El jugar activa y dinamiza la conducta del grupo y cuanto más
complejidad van teniendo los juegos mayor aún será la interacción y por ende la
alegría y el placer.
- Construye la
capacidad lúdica. Cuando se juega hay
una actitud de desinhibición, de
animarse y asumir un riesgo frente a lo nuevo. En el proceso de animarse a
jugar y hacerlo a menudo se pone de manifiesto una actitud que propicia el
clima de respeto y libertad que luego da paso a la construcción de una
capacidad lúdica.
- Acelera los
aprendizajes. Al margen de que puede ser trascendental, por razones
emocionales, existe un elemento central del tema: los aprendizajes que el niño
realiza cuando juega pueden ser transferidos a otras situaciones no lúdicas,
como ser,actividades cotidianas, escolares, domésticas, de grupo, etc. Esto
permite constatar que el juego constituye un intenso acelerador y un
instrumento trascendental de muchos aprendizajes.
¿Por qué algunos docentes manifiestan desaprobación del
juego como estrategia de enseñanza?
A) Por inseguridad
personal para el manejo de alumnos con propuestas menos rígidas que las
tradicionales
B) Por
desconocimiento de la fundamentación teórica del juego como estrategia
didáctica.
C) Por falta de
conocimiento de los diferentes juegos, sus posibilidades y los objetivos que
facilita cada uno de ellos.
D) Por creer que es
antagónico con el concepto de trabajo. La categoría de tiempo no puede estar
fraccionada, como comúnmente se cree, que exista el tiempo de jugar, el de
trabajar, el de descansar, el de
conversar sino que se establece el concepto del tiempo total en que el trabajo
y el juego pierden su lindero natural, confundiéndose. Se vive en una cultura
en que el mundo del juego y el del trabajo, poseen un solo tiempo.
Una planificación de juegos ajustada a los intereses, gustos
y necesidades de los niños es sin duda el camino que brinda una manera
diferente de aprender, con más interés y motivación. Incluso, una propuesta de
tipo tradicional, remozada, con una actitud más libre, creativa, más
participativa, en una palabra, más lúdica, suele salir ventajosamente cambiada.
Probablemente en estos últimos días de clase, de calor y de
cansancio, de ensayos y de carnés, las
palabras mágicas serán: hoy, niños, vamos a jugar....
El juego, como experiencia cultural, es determinante en la
formación de un ser integral: cuando se liga al amor potencia la creatividad,
si se vincula a lo cognitivo potencia la inteligencia.